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21/10/11



Hay cosas que nos marcan. Cosas que nos pasan. Es decir; nosotros estamos ahí, y estas cosas; sucesos, nos pasan por encima como un tren larguísimo, como un Rompehielos que se abre paso por nuestros glaciales mares del sur. Sucesos que nos surcan el alma como un arado que vaya a saber qué semilla quiere instalar, y a partir de ella qué cosa germinará para enraizarse en nuestras profundidades. Y luego; qué crecerá, qué cosa, qué dominará nuestro ánimo a partir de aquel momento.
Hay cosas que nos marcan. Cosas que nos pasan. A veces no nos damos cuenta conscientemente de ello, pero en las horas en que debería haber sueño de repente hay agitación, hay madrugadas de ojos abiertos, hay nuevas vislumbres, hay nuevos vacios que precisan llenarse. Y de nada sirve empeñarse en combatir estos trenes, estos Rompehielos, estos arados terribles.
Un primer beso, por ejemplo. Un primer beso que deja su marca, que abre las puertas de un sueño que no tenemos ni idea de qué se tratará. Un primer beso tren, un primer beso Rompehielos, un primer beso arado. Y ya todos saben que late en la semilla que inevitablemente germinara.
Y qué podemos hacer nosotros que somos ríeles, nosotros que somos glaciales mares del sur, nosotros que somos tierra virgen. Qué podríamos hacer.
Qué.

Foto: Akif Hakan

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