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26/7/22



RAÍS SENSITIVA


Te estaba explicando el tema tres de la unidad uno y trataba de dibujar una médula espinal con su sustancia blanca y su sustancia gris, sus astas anteriores y posteriores… Vos te acercaste, observaste atentamente con gesto de aburrimiento, entre curiosa y crítica, lo que había dibujado. Todavía mirando la hoja asentiste con la cabeza y girando mínimamente el cuello, me miraste, seria pero tentada, y dijiste que mejor, el dibujo, te lo dejara a vos. Me quitaste la lapicera y te sentaste en la silla haciéndote lugar a fuerza de cadera, pero la silla no era tan grande y tu nalga izquierda quedó apoyada sobre mi pierna derecha, mi mano derecha abrazada a tu cintura, mi mano izquierda sobre el escritorio muy cerca de tu mano izquierda que se apoyaba, también sobre el escritorio, y dejaba que tu mano derecha trazara contornos en una danza secreta que yo conocía muy bien, porque otras veces la había visto bailar con igual presteza sobre mi piel.
Entonces, ¿eso era lo que hacían tus manos esas tardes de verano? 

Aunque sé muy bien que ese examen fue en el mes de agosto, y que empecé a ayudarte a estudiar uno o dos meses antes, cuando recuerdo ese tiempo siempre es verano. Y es fácil comprender porque, luego de que todos nuestros roces involuntarios no encontraran otro desenlace posible, vos estás desnuda sobre el escritorio, tus manos bailando y enredando mi pelo, tus manos trazando los contornos de mi nuca y de mis hombros, mientras un gato con nombre de escritor se acerca y camina, con la delicadeza que solo un gato puede tener, sobre tu desnudez. Se detiene sobre tu ombligo y comienza a ronronear; y desde allí, me mira como si lo entendiera todo. Yo lo miro sin entender nada. Me incomoda su presencia, pero no tanto como para dejar de hacer lo que estoy haciendo y apartarlo. A vos no te importa, estás en otro lugar, y aunque al principio pensaba que era yo quien te llevaba, sos vos la que se va, sola. Sé que buscaste todas las maneras posibles de llevarme, pero nunca supiste cómo.

Después vendrían el cigarrillo, la cerveza, las papas fritas, y ¿qué te vas a poner?, hay que ensayar do re mi, hay que seguir estudiando; “La información sensitiva se integra a todos los niveles del sistema nervioso y genera las respuestas motoras adecuadas que comienzan en la médula espinal con los reflejos musculares relativamente sencillos”...

Y llorar de amor. Llorar los días antes de que todo pasara, aguantar y quedarte aquí, en silencio, conmigo, para que no sea tan precipitado.

¿Cómo voy a saber si sé hacer el amor?, me preguntaste una tarde. Lo importante es que seas generosa, con vos sobre todo, conmigo también. Yo lo seré. Después, vamos a hacer muchas cosas más, y sobre todo vamos a ser felices.

Vos estabas aprendiendo sobre el amor y la felicidad, y todo al principio parece más complicado de lo que en realidad es, y aunque sin  duda tocamos el cielo, nos faltó lo de hacer muchas cosas más.

Descubriré la manera de llevarte conmigo, me dijiste, al regresar, una noche en la que estabas particularmente esperanzada. Pero a veces no hay ninguna manera, o las que hay duelen más todavía.

Empezamos a tomar distancia, poco a poco, como vos querías. Se acabó el verano. Llegaría el otoño, el invierno. Y la primavera que vuelve a florecer otros jardines.

Un martes de hojas secas me contaste que habías aprobado, me preguntaste como estaba, me dijiste gracias, por todo. Un jueves de mucho frío, te conté que me iba, te pregunté cómo estabas, te dije gracias a vos, por todo.

Ahora sabemos que quemamos toda la madera. Buena madera. Y aunque a veces te extraño y quisiera contarte algo y preguntarte cómo estás, sé que estás en ese otro lugar que es solo tuyo, y me hace bien pensarte allí.

“Las señales sensitivas penetran en ella casi exclusivamente por las raíces sensiti­vas (posteriores). Después de entrar, cada una viaja hacia dos destinos diferentes”.



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