Buscar este blog

25/7/07


PRENDEDOR

Cuando llegué a la esquina, el 102 que necesitaba para estar a tiempo en el teórico de grupos ya estaba demasiado cerca de la parada, aunque quizás si corría lo habría alcanzado. Lo que en verdad me detuvo fueron las miles de experiencias pasadas similares, en las que ganaban por goleada las del chofer que se hacia el boludo a las del chofer que amablemente paraba. Así que decidí dejar pasar el bondi y considerarlo como una más de esas cosas inevitables del destino.
Tratando de buscar algún aliado que aprobara mi decisión miré hacía los costados, y allí, a mi izquierda, por la vereda del frente, estaba ella. Creo que también ella debió decidir entre correr o no correr (¿será ese el dilema?) y me pareció que se arrepintió a mitad de camino (cosa que a los menos expertos en el tema de cuándo correr un bondi y cuándo no, les sucede a menudo) porque cuando la vi venía entre acelerada y frenándose. La cosa es que una vez más nuestras miradas se encontraron, y una vez más nos incomodamos y nos hicimos los boludos, sin saber con exactitud quién esquivaba a quién, y menos aún por qué.
Ella cruzó primero. Parecía ir apurada. Yo también tendría que estar apurado pero… me llamó mucho la atención su manera de caminar: ella era mucho más femenina que su modo de andar.
Así, casi persiguiéndola, llegamos a la parada oficial. Ella se ubicó en un lugar estratégico en el cual ya jamás tendríamos que volver a vernos las caras y yo la pasé y me puse delante, pero como ella miraba hacia donde tenía que venir el 102, era muy posible que en verdad jamás le volviera a ver la cara.
Entonces lo vi. Era hermoso: negro, con tres o cuatro Rosas rosas y pequeñas piedritas blancas y brillantes que adornaban las hojas verdes de los tallos que se extendían horizontales hacia la izquierda y hacia la derecha zigzagueando con suavidad. Tenía bordes blancos o cremitas que hacían juego con su pelo acomodado con extraña precisión en él. Mirándolo, observándolo, de pronto todo coincidió, de pronto entendí porqué ella era más femenina que su modo de andar, de pronto… ella se movió y mis ojos perdieron el milagro de lo antiguo en lo joven, de lo que quizás ya casi nadie tenga en lo que con seguridad todos querrán tener.
El 102 llegaba con pena y antes de lo esperado. Igual ya era tarde.

No hay comentarios: