Siempre supiste como encontrarme para enseñarme
a volar y que no fuera una pérdida de tiempo mi intento de seducirte. Yo en
cambio, nunca supe cómo hacer para dilatar nuestras despedidas después del amor
con tu belleza que transforman el resto de mis horas en la triste prueba de tu
ausencia. Una tarde, una noche, no lo recuerdo ya, me soltaste la mano y
comenzó mi aterrizaje de emergencia: sobreviví, pero perdí las alas. A veces,
cuando aquí abajo no hace frío, un inútil rayo de luz me aclara el sinsentido
de seguir llevando en mi cuello la bufanda que me regalaste en las alturas.
Foto: Martin Stranka
3 comentarios:
Hola Rodrigo llego hasta tu sitio buscando imágenes en la red, quedé fascinada con tu expresión tan natural y sencilla de escribir.
No encontré como seguirte, me llevo tu enlace si no te incomoda.
Te dejo un abrazo desde Uruguay!
Gracias por tus palabras Cristina.
Saludos.
increible... me vi mirando hacia arriba, desde abajo. tremendo!! gracias mi poeta preferido!
Publicar un comentario