Buscar este blog

5/2/11


Mucho tiempo después supe que esa mañana de lluvia enterraron también nuestro amor. Supongo que debí abrazarte mucho más, pero pensé que era prudente mantenerme un poco al margen para que compartieras tu dolor con las personas a las que le dolía como a vos (hay quien dice que el dolor tiene dueño y las disputas por él son sangrientas). Yo no lo conocía, pero no es difícil saber lo que pensaría de esto; al fin de cuentas era su padre. De todas formas a mí lo que me dolía eran tus lágrimas (nunca pude soportarlas y por eso los entiendo y hasta les doy la razón). Jamás fui cínico, pero no me importaba demasiado si el mundo se perdía o no cuando estabas conmigo. Ahora todo es distinto. Ahora sé que son pocos los que te acompañan cuando te equivocas, y mientras haces las cosas bien no tiene un gran mérito. Debo reconocer que el sonido de la tierra sobre la madera me pareció horrible y me dio miedo, y a pesar de que intuía algún significado preferí no profundizar… de todas formas hubiera sido imposible adivinar que lo que sonaba eran los últimos latidos de nuestro amor.
Escuche por ahí que él estaría muy orgulloso con todo lo que paso después, que durante sus últimos años busco esa respuesta entre sueños. Supongo que eso puede ser un consuelo, aunque no para mí. A veces, no sé por qué, voy a visitar la tumba y siempre hay flores. La lapida tiene solo dos nombres… dos nombres y un vacio, porque nuestro amor nunca podrá volver a nombrarse.


Foto: Johann Fournier

No hay comentarios: