VOLÁ VOLANTÍN

Sabía que eras vos quien me miraba la nuca. Porque además sentía el olor de tu sonrisa y me dolía la frente e iluminaban mis ojos como aquellas veces. Dudé en volver la mirada y estrellarnos o cruzar cualquier línea, cualquier límite, cualquier distancia… y en definitiva sería lo mismo, porque siempre fue lo mismo con nuestros no-encuentros: igual yo seguiría loco, loco por los dos y sin que vos tengas nada que ver. O sí. O que sé yo.
Por eso fue lo mejor que no me dieras bola, que soltaras del todo el piolín del volantín turquesa que se va y que no fue. Demasiada tempestad!!! Allá va. ¿Lo ves? Tan alto, tan alto.
Siempre fue así tontita: soy yo; el reclama todo sin pedir nada. Sos vos; la que no da si no le piden. Y nunca la calma. Nunca la calma.
Y era obvio que ibas a seguir a dos centímetros mío mirándome la nuca sin decir una palabra, y que yo iba a cruzar cualquier línea, cualquier límite, cualquier distancia, iluminando el mundo como aquellas veces, con los bolsillos llenos de papel, piolín y caramelos.