Buscar este blog

17/11/07


¿Y DONDE ESTÁS?

Hoy volví a contar mis dedos: y sí, son cinco en cada mano. Y sí, son dos manos. Y también son cinco en cada pie. Y también son dos pies.
Dos por cinco diez. Dos por cinco diez. Diez mas diez veinte.
Y aunque son diferentes todos se llaman dedos. A mí el dedo gordo del pie no me gusta mucho que digamos. Pero es mío y lo quiero igual.
Hoy volví a pensar en que es bueno y es triste no encontrarte en ninguno de mis dedos, aunque siempre te vuelva a buscar por ahí. Es por eso que los cuento.
Las uñas también son veinte, pero yo me las corto. Quizás alguna vez hayas estado en alguna de mis uñas, o quizás estés por crecer. Si es así avisame para que no te tire con la uña y todo por la bañera. Pero algo vamos a tener que inventar, porque a mí no me gusta tener las uñas largas.
Las manos son dos. Y cada una tiene una palma. Son dos palmas para aplaudir. ¿Cómo suena un aplauso? Y una vez yo pensé que te tenia en la palma de mi mano, pero jamás la cerré: y sí, mas vale mil pájaros volando. Tal vez vos estés en alguno de esos mil pájaros, y tal vez una primavera cualquiera uno (justo ese) se pose en uno de mis dedos (el índice preferiría yo), entonces por fin te encontraría y ya no voy a tener que contar tanto mis manos, mis pies, mis dedos, mis uñas…
Los pies son dos. Y cada uno tiene una planta. ¿Te dije que las palmas son para aplaudir? Y las plantas son para afirmarse en el piso, para tener los pies bien sobre la tierra como dice el lema de la universidad: pedes in terra... También hay dos talones. Y dicen que todos tienen su talón de Aquiles, pero el mío es muy mío, que me perdone ese tal Aquiles.
Ahora ya no estoy tan seguro de que sea bueno, pero triste sí es: como la silla vacía que te espera, como mis caminatas por las calles gastadas de recuerdos.
Dos por cinco diez. Dos por cinco diez. Diez mas diez veinte.
No te encuentro en ningún dedo, no creces con ninguna uña.
Y enumero todo y a todo le falta algo: una gota a la gotera, el chillido a la puerta, el sillón a la lujuria, unos labios a mi beso, el rincón a la telaraña, mi cuello a esa soga, un gato a la quinta pata y una mesa a las otras cuatro, el sahumerio al humo y el olor también, ¡mierda! Y el torcido al árbol que un día se enderezo, una flor a la flor y al pica (flor), un hormiguero a la hormiguita, cascarita al cascarudo, abejita a la miel...
Dos por cinco diez. Dos por cinco diez. Diez mas diez veinte.

1 comentario:

Mariana dijo...

Así que la lógica del conteo racional te ha invadido... Quizás un día levantás una piedra que andés inventariando, la tirás al aire para ver su peso y en su trayectoria de regreso te golpea y entonces, capaz, se te aclaran un poquito las ideas....
Mientras tanto te invito a jugar a la s escondidas hasta 100, sin piedra libre por los compas.